Cae la noche en el Serengeti. Así es dormir en un campamento rodeado de fauna.
Cae la noche en el Serengeti ( Tanzania) e inmediatamente el campamento queda inmerso en una orquesta cuyos músicos son las aves nocturnas, monos, hienas y de más bestias que habitan la sabana. Es momento de meterse en las tiendas.
No hay cosa más fascinante y excitante que acampar una noche en el corazón de África, sintiendo la fauna salvaje en estado puro, como lo hacían los hombres de antaño, en tiempos menos civilizados.
Uno cierra la tienda, se mete en la cama, y automáticamente se activa el envolvente Dolby Sourround del mundo salvaje. En este momento el hombre se siente pequeño, insignificante, ajeno al tiempo e inmerso en el ritmo de la sabana. La mente empieza a volar y a imaginar fuera de control y en ocasiones pueden producirse situaciones que a uno le aceleran irremediablemente el corazón, como cuando de repente resuena el atemorizador rugido de un león.
Recuerdo uno de mis primeros safaris en el Serengeti. Nos disponíamos a dormir, cuando empezó la cotidiano espectáculo. Rompiendo con las escandalosas risas de las hienas, se escuchó el potente rugido de un león, a unos 300 o 400 metros de las tiendas. Inmediatamente una tímida voz susurró, -¿habéis oído eso?- ¡Como para no haberlo oído! cuando suena el rugido del león se hace el silencio y todas las criaturas escuchan atentas, conocedoras del peligro que anuncia semejante preludio.
Tras esta pregunta, algunas frases que reflejaban la emoción y nerviosismo de la situación y de nuevo intentamos conciliar el sueño. Al poco se oyó otra voz - ¿Se escuchan pisadas alrededor de la tienda, las oís?- si, si , es verdad, contesté, y sea lo que sea, está a menos de 2 metros. De repente algo zarandeó la tela de la tienda por un instante, y permanecimos en silencio nuevamente. En esos momento, todo el mundo recuerda el rugido que oyó hace escasos minutos, ¿Será el autor de dicho rugido el que husmea entre las tiendas? . Pero por fin, nuestro visitante quiso revelar su identidad, con el tranquilizador resoplido de un equino, por lo que dedujimos que sería una cebra.
Pasado un rato, algunos se quedaron dormidos, mientras yo me afanaba en un fallido intento de grabar los sonidos de la noche africana con la cámara de fotos. Y entonces sí, el grave pero suave rumor que brota de las gargantas de los leones cuando se desplazan o curiosean, no dejaba duda alguna. Los leones estaban alrededor de las tiendas. En este momento nadie hablo, todos permanecimos inmóviles para no llamar su atención. Es común que esto suceda y no es en principio peligroso, siempre que se permanezca en el interior de la tienda y no se asuste al animal. Si bien la fina tela de la tienda supone una barrera mental para el león, el que está dentro, puede prácticamente sentir su aliento, susurrándole tras el hombro. En estos momentos es inevitable, incluso a sabiendas de que no hay peligro, ya que un león no tiene interés en buscar problemas con los humanos, sentir como el corazón se acelera golpeando el pecho, como si de un Tan – Tan africano se tratase.
Una noche en la rodeado de fauna salvaje es una experiencia en sí, es parte del safari y recomendamos siempre a todos nuestros clientes, que al menos alguna de las noches la hagan en un campamento (tented camp), o incluso cuando resulta posible, acampada libre (flycamping). De este modo, la aventura continua al terminar el día de safari.
David Nieto