Reinventarse en África entre ballenas jorobadas y tiburones ballena

Ayer hablé con mi amigo Afro, de la isla de Mafia ( Tanzania ).Me contó que por fin ha dado el paso de formalizar legalmente su empresa Afro Whale Shark Safari y me pareció buena idea escribir un post sobre él. 

Normalmente, la mayor parte de información que nos llega sobre los africanos es sobre el hambre y la pobreza, seguramente, por el morbo que suscitan. Desde luego son hechos innegables que todos conocemos y a los que hay que poner fin. Pero pocas veces se habla de aquellas personas que luchan por conseguir una vida mejor, que se lanzan al abismo para ver realizado su sueño y consiguen emprender un negocio creado prácticamente de la nada. Es por esto, que he decido hablar sobre un caso que me toca de cerca, el de mi amigo Afro.

Afro, tiburones ballena en Mafia, Tanzania

Conocí a Faraji Ngunde, Afro, hará unos 4 años, en uno de mis viajes a Mafia. Esperaba a quienes viajaban conmigo junto a uno de los dos únicos accesos a internet que hay en Kilindoni, la capital de la Isla. De repente, se me acercó un chico y comenzó a hablarme. Yo, pensando que se trataba del típico pesado, no le presté mucha atención, y él se dio la vuelta cruzando la calle y volviendo al grupo de amigos con los que se encontraba. No sé por qué motivo, pero luego me acerque a ellos, supongo que quería comprar algo en las tiendas de al lado, y el chico me preguntó en un tono amable el por qué de que no le hubiera prestado atención. Yo me disculpé y hablamos un rato, resultándome una persona agradable. Nos despedimos, y me marché con mis compañeros.

Mafia es una isla muy virgen aún, con muy poca infraestructura turística, sin embargo, suceden dos fenómenos maravillosos de gran atractivo turístico. Como consecuencia de los sedimentos que vierte el rio Rufiji al mar y que son propulsados a través de un canal submarino hasta la isla, todos los años, acuden a tan gran festín, enormes cantidades de tiburones ballena y ballenas jorobadas, cada cual en su temporada.

Era noviembre, y los tiburones ballena estaban comenzado a llegar, así que arreglé una excursión para hacer snorkeling junto a ellos. Hablé para ello con el capitán Liebe quien nos podía llevar con alguno de los “dhows” de pesca de los que disponía. Nos recogería al día siguiente por la mañana en la playa justo enfrente de nuestro hotel.

Estábamos terminando nuestro magnífico desayuno frugal frente al mar, y de repente apareció Afro, como se hacía llamar el chico del día anterior. Asomando la cara entre un montón de aletas y máscaras que sostenía en un cajón, gritó “ habari asubuhi rafiki, it`s me again!”. Me alegré de la casualidad y me apresuré en terminar el desayuno para no hacerle esperar.

El y un compañero suyo eran la tripulación del dhow que Liebe había dispuesto para nosotros. Mientras nos alejábamos de la costa, Afro bromeaba preguntando a unos y a otros, “ ¿cuantos tiburones queréis ver hoy a ver, 5,10,100?” …así comenzamos la excursión con los ánimos altos.

Pocos minutos después Afro dió un salto y grito “ whaleshark, whaleshark!!” justo en ese momento una silueta se dibujó a pocos metros de profundidad y pasó por debajo de la embarcación. Raudos comenzamos a equiparnos, nerviosos ante la expectación de tan gran encuentro….pero…la gran criatura se sumergió en las profundidades para no volver a mostrarse. Empezaron a pasar las horas y no había rastro de tiburones ballena, afro dirigía la embarcación hacia otros dhows de pescadores y les preguntaba a voces si habían visto recientemente tiburones ballena, pero la respuesta fue siembre negativa. La hora de volver se acercaba, ya que estábamos lejos y teníamos que coger una avioneta a Zanzibar esa misma tarde. Así, que le dije a Afro que debíamos irnos. Él, con gesto de decepción, le ordenó a su compañero que emprendiera el regreso.

Iba sentando, en la proa, con la cabeza gacha, y yo decidí acercarme a él para hablarle. Me senté a su lado, y empezó a decirme que le perdonase, que lo sentía mucho, que esa misma mañana le habían pasado información fresca sobre el punto en el que estábamos y que era muy raro que no los hubiéramos visto. Yo le contesté que no se preocupara, que yo sabía que él había hecho todo lo posible y eso es lo que tanto yo, como los demás, valorábamos. Le conté que conocía bien el mar por ser instructor de submarinismo, así como el mundo de los animales salvajes en África, y que sé perfectamente que con los animales nunca puede estar uno seguro de si van a hacer su aparición o no y estas situaciones hay que aprender a aceptarlas. Él sonrió tímidamente y me dio las gracias. Así que yo decidí cambiar el tema y preguntarle por su vida.

Me contó que venía de una familia humilde y que antes era pescador. Pero que conociendo el mar y viendo el potencial turístico que tenía la isla, había empezado a trabajar para el capitán Liebe, con intención de montar su propia empresa de avistamiento de ballenas y tiburones ballena. Además había llevado en alguna ocasión a científicos que acudían a estudiarlos, y había aprendido la importancia de conservarlos y protegerlos. Así seguiría viviendo del mar, preocupándose por él en lugar de dañarlo.

DAVID NIETO