Impacto en las migraciones de animales y en la fauna en general, fruto de la convivencia entre humanos y bestias en Tanzania y Kenia
Uno de los mayores impactos para la fauna salvaje en países como Tanzania y Kenia, se produce por la mera convivencia entre humanos y animales. A medida que la población de estos países aumenta, también aumenta la necesidad de acotar los territorios en los que viven los animales salvajes. Pero las bestias no entienden de fronteras, y sus desplazamientos naturales no quedan siempre restringidos a dichos cotos. En la década de los 50, el naturalista Bernhard Grzimek y su hijo Michel Grzimek, consiguieron convencer (con su película El Serengeti no debe morir) a Julius Nyerere, el primer presidente de Tanzania, de que redefiniera los límites del Serengeti, de tal modo que no obstaculizase el movimiento del La Gran Migración, entre el Serengeti en Tanzania y Masai Mara en Kenia. Gracias a los estudios de este conservacionista, hoy podemos seguir disfrutando de uno de los mayores espectáculos de la naturaleza.
Desde aquellos tiempos a los días de hoy, la población en Tanzania y Kenia ha crecido exponencialmente, y esto no solo ha ocurrido en las grandes ciudades, sino también en las zonas colindantes a los parques y reservas naturales. El problema no es únicamente la productividad del terreno dedicado a la faunas, como exponíamos en nuestro artículo sobre el turismo como única posibilidad para conservar la fauna salvaje de África, o del furtivismo del que hablábamos en TVE, sino también el impacto que estas poblaciones colindantes ejercen sobre las zonas protegidas. Estos problemas pueden aparecer en forma de represalias por parte de los ganaderos que pierden sus reses en los ataques por las fieras; terrenos vallados para proteger el ganado o los cultivos, que impiden el paso de animales; en forma de presas en los ríos; canalizaciones de agua o combustible; o de carreteras para conectar poblaciones en los extremos de los parques y reservas nacionales, como ocurre en el polémico caso de carretera a través del Serengeti (Serengeti Higway).
Este proyecto para conectar las ciudades de Mwanza y Musoma en el Lago Victoria con Arusha y la costa, cortaría totalmente el paso de la Gran Migración. El gobierno a accedido a no pavimentar la parte de la carretera que atraviese el Serengeti, pero aún así el impacto puede ser catastrófico, no solo dentro del parque, si no fuera de los límites de los mismos, en las inmediaciones, ya que en esos puntos la carretera si estaría asfaltada, y como comentamos, los animales no entienden de fronteras. Las propuestas para salvar el impacto en la medida de lo posible, son varias, como construir pasos para los animales, cortar la carretera en la época de la migración, o incluso que la carretera borde el parque por el sur.
Algo que no ofrece duda, es que el crecimiento de la población y sus necesidades vitales, son imparables. Por este motivo, es fundamental establecer medidas para asegurar una buena convivencia humano - animal. Medidas de compensación a los ganaderos y agricultores; alternativas laborales para las poblaciones aledañas relacionadas con el turismo y la conservación; alternativas a la los vallados comunes, como proponen en Ol Pejeta Consevancy; pasos elevados o subterráneos para animales; esfuerzos económicos en educación medioambiental o refuerzos en los medios para combatir el furtivismo, son algunas de las opciones que hay sobre la mesa.
La pega, es que todas estas medidas suponen un esfuerzo económico, que a fin de cuentas solo puede salir de un sitio, de nuestro bolsillo; en forma de donaciones a ONG y proyectos de conservación o principalmente través del turismo. Por eso, nuevamente nos reafirmamos en la necesidad de construir una industria turística bien calibrada que resulte sostenible, y permita la convivencia entre fieras y humanos por el resto de los tiempos.